A pocos días del lanzamiento de la nueva apuesta de Sony para Playstation, y después de unas cuantas jornadas dando manotazos al aire con algunos de sus lanzamientos más destacados, tengo claros sus puntos débiles y fuertes, así como una conclusión que dista de ser revolucionaria: VR2 convence si ya te interesa la realidad virtual. Pero si eres un escéptico, seguirás siéndolo.
El salto tecnológico que da el dispositivo se percibe desde el primer momento, así como su facilidad de uso y su accesibilidad inmediata. Playstation ha hecho un gran esfuerzo en que este sea el casco de entrada al mundo de la realidad virtual para muchísimos jugadores, y desde ese punto de vista su atractivo es indiscutible Tanto como tremenda es su principal barrera de entrada: 600 eurazos el pack más sencillo, sin juegos.
Lo indiscutiblemente positivo
Las especificaciones oficiales son potentes, pero no revolucionarias: una pantalla OLED por ojo de 2000 x 2040 y una tasa de refresco de 90 Hz, 120 Hz. Es decir, la mejora es sustancial pero no va a cambiar las reglas del juego. Hay un título en el catálogo claramente orientado a que disfrutemos de las posibilidades de estas nuevas pantallas (si las comparamos, por ejemplo, con los más habituales LCD de gafas como ‘Oculus Quest 2‘), y es el ‘Horizon Call of the Mountain’. La nitidez de los parajes, el detallismo y colorido con el que ha sido diseñada esta aventura se ha planteado claramente para que pensemos que el salto con las pantallas ha sido considerable.
Incluso es posible comparar con juegos que ya vimos con la anterior iteración de las gafas de Playstation. Ha sido el caso de ‘Moss: Book II’, que esencialmente no cambia, pero que gana una buena cantidad de matices visuales como sofisticados efectos de luz o más detallismo en texturas y escenarios. Particularmente, he disfrutado más de esta revisión de un juego de mecánicas clásicas y accesibles – pero con un magnífico lavado de cara que favorece la inmersión- que con el ambicioso ‘Horizon Call of the Mountain’. Ahora volveremos a él.
El otro aspecto tecnológicamente pasmoso que plantea VR2 es el seguimiento de la mirada del usuario. De momento no le hemos encontrado más utilidad real que el gimmick en sí, y aunque al principio es mareante moverse por menús a golpe de mirada, pronto se convierte en algo intuitivo. En los juegos, poco más: los escenarios se enfocan y desenfocan según donde miremos, lo que añade realismo y, paradójicamente, una sensación de naturalidad a todo lo que hagamos. Pero es una guinda en el pastel, no una revolución en sí misma.
Pocas revoluciones más encontramos en el casco, pero las mejores son las más sutiles. Destaca, sobre todo, aquello que no se ha tocado o se ha mejorado levemente. Por ejemplo, la posibilidad de mapear el área de juego solo mirando a nuestro alrededor, y luego terminando de definirlo de forma muy sencilla con los mandos. La forma de ajustar la lente a los ojos también ha mejorado, igual que el peso del casco y la forma de ajustarlo a la cabeza con una diadema. El resultado es un dispositivo cómodo y, al menos en mi caso, no he acusado físicamente las sesiones largas de juego.
También se ha trabajado, con notables mejoras, el aislamiento de la luz. Ahora las gomas son mucho más amplias y ajustables, y proporcionan oscuridad total. Como usuario de gafas de las que no puedo prescindir, también ese aspecto es bastante cómodo: algún problema ocasional para ajustar y acostumbrar la visión, y poco más. Los cristales empañados, gracias a un efectivo y sencillo diseño de de la ventilación de la nariz, son historia.
El gran cambio aparente en este nuevo set está en los mandos, un paso de gigante al dejar atrás aquellos Move que nunca me gustaron ni en lo práctico ni en lo estético. Queda también atrás el uso de la cámara. La experiencia ha sido más que satisfactoria con esta especie de DualSense partido en dos, con los botones, gatillos y sticks situados en lugares perfectamente familiares y unas posibilidades de vibración prometedoras, aunque de momento sin explotar.
No hay nada mejor que decir de ellos que no dan problemas de detección ni sincronización, y que son ligeros y manejables. Y, además, bonitos (aunque su belleza visual a veces choca con la necesidad de cogerlos a ciegas: por suerte la cámara que permite ver nuestro entorno sin quitarnos el casco es una buena idea de la primera VR que vuelve aquí y funciona perfectamente).
El único engorro a estas alturas, y algo incomprensible teniendo en cuenta que la tecnología permite prescindir de ellos, son los cables. Es cierto que cuatro metros de cable permiten una movilidad casi total, pero el hecho de tener conectado un casco, a ciegas, a una frágil y delicada Playstation 5 hace temblar al jugador más aguerrido. El hecho de que los mandos sean inalámbricos, eso sí, es gloria bendita, y una extraordinaria mejora de Playstation en la dirección correcta. Puede parecer una insignificancia, pero poder sacar el equipo y recogerlo en apenas unos minutos y sin casi instalación potencia, y mucho, la experiencia de juego.
Lo indiscutiblemente negativo
Por desgracia, VR2 llega con un catálogo de juegos limitado y que se nutre en buena parte de títulos creados para las primeras gafas, lo que garantiza que no se exprimirán a fondo las posibilidades técnicas del dispositivo. Nos quedan por probar, eso sí, ‘Gran Turismo 7’ y ‘Resident Evil 8’: teniendo en cuenta lo bien que funcionaba ‘Resident Evil 7’ en el anterior visor, cabe pensar que el nuevo juego de zombis de Capcom será de compra obligada, aunque no deje de ser una traducción a realidad virtual de un juego que ya hemos catado.
En este caso, ‘Horizon Call of the Mountain’ es más una completísima demo técnica que un juego hecho y derecho, pese a su brillantez gráfica. Básicamente un título de escalada muy sencillote, aderezado con unos combates muy poco precisos (el uso del arco es estupendo, pero el título no permite movimiento libre por los escenarios, salvo con unas combinaciones de gestos muy poco cómodos). Es divertido y visualmente, de lo mejor que se puede encontrar en términos de VR, pero solo el primer paso.
Y luego está el precio, por supuesto. Aunque está en la línea del resto de las gafas de realidad virtual, no deja de ser un capricho muy caro con un catálogo aún escaso. La excelente calidad de las pantallas aún no es suficiente como para animar a un jugador a experimentar con títulos convencionales de Playstation o ver una película con el visor. Es decir, es una inversión considerable más para convencidos del futuro de la realidad virtual que para jugadores deseosos de encontrar nuevas vías de disfrutar de su consola.