No es ningún secreto que la llegada de ChatGPT ha reavivado el interés de muchas de las grandes tecnológicas en apostar por la inteligencia artificial (IA). Esta carrera también se ha convertido en un nuevo escenario de rivalidad entre Estados Unidos y China, países que pretenden posicionarse como líderes en este prometedor sector.
El gigante asiático, según SCMP, se encuentra en una notable desventaja. Pese a su enorme músculo económico e industrial, China depende de determinadas tecnologías estadounidenses para desarrollar a tiempo sus proyectos en el campo de la IA y, por consecuencia, presentar su alternativa nacional a ChatGPT.
Las restricciones comerciales impulsadas por Washington han ido en aumento, convirtiéndose en la piedra angular de la guerra tecnológica entre la primera y la segunda potencia económica del mundo. Pekín recibe golpes por distintos frentes, pero la imposibilidad de acceder a ciertos productos de NVIDIA es uno de lo más duros.
Una pieza clave en el mundo de la IA
Cuando pensamos en NVIDIA nos imaginamos algunas de sus tarjetas gráficas como las GeForce RTX 4080 y RTX 4090, pero el gigante estadounidense no solo diseña productos para el mercado de consumo masivo. NVIDIA es uno de los actores más destacados (y elementales) del sector de los sistemas de computación para IA.
El entrenamiento de los modelos de inteligencia artificial necesarios para construir chatbots como ChatGPT requiere de una vasta capacidad de cálculo y escalabilidad. Las unidades de procesamiento NVIDIA H100 y A100 son consideradas una de las soluciones más idóneas para este tipo de trabajos y, además, son tremendamente demandadas.
Las previsiones de los expertos señalan que OpenAI, la compañía de IA dirigida por Sam Altman, utilizó unos 20.000 de estos chips de IA desde 2020 para tareas de entrenamiento. Ahora bien, con sus proyectos a futuro en el horizonte, GPT-4 y nuevos modelos, se preveré que necesitará más de 30.000 chips que, por cierto, están vetados para entrar dentro de las fronteras chinas.
Bajo el argumento de “mantener las tecnologías avanzadas fuera de las manos equivocadas”, el Departamento de Comercio de Estados Unidos estableció a finales del año pasado nuevos criterios de exportación que limitaron las tecnologías más avanzadas de NVIDA y AMD. Este movimiento no pasó desapercibido en China.
Desde el país asiático no dudaron en responder a aquella medida. Dijeron que “obstaculizaría los intercambios científicos y tecnológicos internacionales y la cooperación económica, y tendrían un impacto en la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales y la recuperación de la economía mundial”.
Si bien China todavía puede acceder a algunos productos de NVIDIA, y también tiene una industria propia, ambas opciones están lejos de lo esperado para entrenar a los modelos de IA. Según una de las fuentes consultadas por el periódico chino, sus dispositivos de supercomputación todavía están tratando de alcanzar el rendimiento de las NVIDIA V100 lanzadas hace unos seis años.
La incipiente industria de los semiconductores de China, que en cierto modo depende de herramientas, licencias y software estadounidense, también está padeciendo el efecto de las restricciones comerciales. Por ejemplo, la administración de Biden ha intentado persuadir a ASML para que no le venda los equipos de fotolitografía de ultravioleta extremo (UVE) necesarios para fabricar chips avanzados.