Las principales instalaciones de la Dirección de Emergencias Médicas se encuentran en condiciones deplorables. Es el edificio donde antes operaba la denominada “Caja del Seguro”. Un vistazo a la parte frontal, y la impresión es que será demolida próximamente.
Una fuente reveló que el estado interno de la estructura no es muy distante a la fachada. Profundas filtraciones en las paredes, áreas infestadas de humedad, salones de reuniones sin mesas ni sillas. Baños con tuberías a punto de colapsar. Una situación deprimente.
Se pensará que al ser una edificación de más de 50 años de construcción arrastra la ausencia de mantenimiento como suelen hacer los gobiernos. Si eso es cierto, también lo es la falta de fondos que estaría afectando a la Dirección de Emergencias Médicas, donde, a pesar de que en junio de 2022 fue nombrado el general retirado Juan Manuel Méndez, la administración no arranca porque los fondos destinados para la dirección no están llegando, ni el equipo de trabajo del general ha sido aprobado: administración, recursos humanos… la médula espinal de la dirección y los empleados que le fueron nombrados todavía no han cobrado… en siete meses.
Y si esa es la planta física, los equipos de médicos y paramédicos que prestan los servicios de atenciones médicas de emergencias, que se reportan a través del 9-1-1, están aún peor.
Estos equipos se encuentran concentrados en los centros regionales de urgencias y emergencias médicas (crue) que se extienden por las 25 provincias donde se ofrece el servicio 9-1-1.
Los “crue” están llamados a ser los centros de operaciones de quienes prestan las emergencias. Allí los médicos y paramédicos, que laboran por 48 horas consecutivas, descansan entre turnos; reciben el llamado del 9-1-1 para los traslados interhospitalarios a través de un centro de operaciones; se recarga combustible; se higienizan y desinfectan los vehículos tras actuar en emergencias médicas; el personal debe asearse y almorzar.
El más “confortable” del país es el que se encuentra en el sector La Agustina del Distrito Nacional, entre las calles Rafael Antonio Pichardo, Tiradentes, Arzobispo Romero y 43. Puede pasar como un cementerio de ambulancias, la mayoría de ellas fuera de servicio a falta de mantenimiento; reparaciones que no han sido ordenadas porque aún la dirección no tiene capacidad administrativa para realizar estos procesos; y otras están en condiciones de irreparables.
Y no existe una ducha en el “crue” para que los médicos puedan bañarse. Los baños están deteriorados.