El asma es una enfermedad inflamatoria respiratoria crónica caracterizada por síntomas variables y obstrucción del flujo de aire que afecta a cientos de millones de personas en todo el mundo y causa una carga de salud global significativa. Esta patología compleja puede estar impulsada por factores tanto genéticos como no genéticos. Generalmente, por su presencia, se reconoce que la calidad del sueño se ve afectada.
Por ejemplo, se informó con mayor frecuencia la apnea obstructiva del sueño en pacientes con asma, especialmente en aquellos con la versión más grave de la enfermedad. Además, también puede afectar la duración del descanso, su calidad, las siestas y la somnolencia diurna. Sin embargo, la asociación entre el sueño y el asma puede ser bidireccional.
Incluso, podría existir la posibilidad de que el asma no solo influya en la calidad del sueño, sino que la falta de sueño también pueda causar o empeorar el asma. Esta es una conclusión a la que llegamos en una nueva investigación, en la cual advertimos que una buena noche de reposo puede reducir el riesgo de ser diagnosticado con asma. El estudio fue publicado en el British Medical Journal.
Según los datos informados, los patrones de sueño de mala calidad podrían potencialmente duplicar el riesgo de recibir un diagnóstico de asma. Como resultado de los hallazgos, concluimos que detectar y tratar los trastornos del sueño desde el principio podría disminuir los riesgos de contraer la enfermedad pulmonar, independientemente de la composición genética de un individuo.
Para concretar este hallazgo, junto a especialistas del Departamento de Bioestadística perteneciente a la Facultad de Medicina de Cheeloo, Universidad de Shandong en China, recurrimos a casi medio millón de participantes del Biobanco del Reino Unido, un registro de información genética.
Preguntamos a los participantes sobre sus patrones de sueño y los clasificamos en tres grupos según su riesgo genético de asma: alto, intermedio y bajo. Aquellos con alto riesgo, que también informaron patrones de sueño deficientes, tenían un 122% más de probabilidades de ser diagnosticados con asma que aquellos con un patrón de sueño saludable y un riesgo genético bajo.
Durante el período de seguimiento de nueve años, 7105 personas con alto riesgo genético de asma y 5748 con riesgo genético intermedio fueron diagnosticadas con la afección. En comparación con los que tenían un riesgo genético bajo, quienes lo registraban más elevado tenían un 47% más de probabilidades de ser diagnosticados con asma, mientras que los que tenían un patrón de sueño deficiente tenían un 55% más de probabilidades.
El impacto negativo de los trastornos del sueño en el asma podría estar mediado por la inflamación crónica inducida por el sueño. Estudios anteriores han demostrado que los trastornos del sueño, como la duración reducida y el insomnio, están asociados con la inflamación crónica.
En teoría, la respuesta inmunitaria a esta condición podría generar citocinas proinflamatorias que dan como resultado la infiltración celular y de las vías respiratorias, lo que aumenta aún más el riesgo de asma.
Un análisis más profundo en un grupo más pequeño de personas sugirió que los patrones de sueño saludables podrían reducir el riesgo de asma en aquellos con alto condicionante genético en un 37%, lo que propondría que un patrón de descanso apropiado podría ayudar a compensar el riesgo de asma, independientemente de la susceptibilidad genética.
El informe también indicó que en la población general, un riesgo genético bajo combinado con un patrón de sueño saludable, podría traducirse en un 19% menos los casos de asma. Dado que el estudio es observacional y no puede establecer la causa, los investigadores han reconocido las limitaciones de sus hallazgos.
La información se recopiló solo en personas de 38 a 73 años, lo que significa que cualquier efecto en niños o adultos jóvenes sigue sin estar claro. Además, las conclusiones solo se aplican a personas de ascendencia europea. El Biobanco del Reino Unido también puede estar sujeto a un sesgo de selección de voluntarios sanos.
Sin embargo, teniendo en cuenta que la falta de sueño combinada con una alta susceptibilidad genética produjo un riesgo de asma de más del doble de incidencia, los patrones de sueño podrían recomendarse como una intervención efectiva en el estilo de vida para prevenir el asma en el futuro, especialmente para las personas con genética de alto riesgo.