Bajo una implacable tormenta, el país caribeño se encuentra sumido en una catástrofe. Las intensas lluvias, inundaciones y deslizamientos de tierra han dejado una estela de destrucción, cobrando la vida de 42 personas y afectando a más de 37,000 habitantes en siete de los diez departamentos de Haití.
Con especial virulencia en el oeste, estas precipitaciones torrenciales han arrasado con campos agrícolas, centros de salud, carreteras y puentes, dificultando aún más la asistencia a los afectados, según informes de Protección Civil.
La gravedad de la situación es alarmante, y esto ocurre incluso antes de que comience la temporada de huracanes, conocida por su ferocidad en el Mar Caribe. Haití se enfrenta a una crisis humanitaria prolongada, agravada por un brote de cólera que aún no está controlado.
La Oficina de la ONU para asuntos humanitarios (OCHA) ha expresado su preocupación ante la falta de fondos para el Plan de Respuesta Humanitaria, que tiene como objetivo brindar ayuda a la población haitiana. De los 720 millones de dólares necesarios, solo se ha recolectado una quinta parte hasta el momento, dejando en una situación de extrema vulnerabilidad a la mitad de la población que requiere asistencia urgente.
La magnitud de esta tragedia es desgarradora. Además de las pérdidas humanas, se reportan nueve personas desaparecidas, 7,475 familias afectadas y 13,000 personas desplazadas.
Haití clama por ayuda mientras enfrenta una doble crisis, y la solidaridad internacional se convierte en la esperanza de miles de personas que luchan por sobrevivir en medio de esta tragedia.