El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aprobó el megaproyecto Willow, una nueva ampliación de extracción petrolífera en Alaska; un proyecto altamente controvertido por desarrollarse en extensos terrenos federales bautizados como Reserva Nacional de Petróleo, dentro de los límites de una reserva natural, a unas 200 millas al norte del círculo polar ártico, un lugar rico en biodiversidad.
La polémica llega asimismo porque con la firma, Biden rompe la dinámica ecologista que había prometido para su gobierno e incumple la promesa de bloquear nuevas perforaciones en terrenos públicos.
El proyecto es liderado por el gigante petrolero ConocoPhillips, con sede en Houston.
La empresa cree que producirá 180.000 barriles diarios cuando esté a máximo rendimiento y ofrecerá 300 puestos de trabajo más los 250.000 necesarios para construir la infraestructura. La cantidad de barriles estimada supondría cerca del 1,5% de la producción total de petróleo del país.
Aunque el proyecto ha sido duramente criticado por el impacto catastrófico en el medio ambiente, en una zona ya castigada por el cambio climático, este reúne apoyos de las poblaciones locales que ven allí una ganancia financiera y una importante fuente de empleo.
Pese a que ConocoPhillips había pedido extraer petróleo en cinco puntos diferentes, el Gobierno solo le permitirá hacerlo en tres de ellos, aplazando su decisión frente a los dos restantes.
Según el Departamento de Interior, esto reduce en un 40% el número de plataformas de exploración. Pese a ello, habrá un total de 199 pozos.
«Traición»: ecologistas protestan
La Casa Blanca anunció también este lunes la imposición de límites a la perforación de petróleo en el océano Ártico y en la vertiente norte de Alaska, una norma que solo afectará a futuros proyectos y que no ha servido para mitigar las críticas de los grupos ecologistas.
Según algunas organizaciones como Alaska Wilderness League, el proyecto liberará al aire unos 239 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero durante sus 30 años de vida útil. Esto equivale a la misma cantidad de gases producida por 1,7 millones de automóviles en el mismo periodo de tiempo.
«Willow es una traición atroz», afirmó Ellie Cohen, presidenta de The Climate Center. Para los ecologistas, los riesgos del proyecto incluyen también la contaminación del agua y el aire de Alaska y el impacto en los patrones migratorios de los animales. Varios grupos han anunciado que estudiarán diversas acciones contra el proyecto, incluida la demanda al gobierno federal.
Junto a los grupos ecologistas, algunas otras voces dentro de Alaska se oponen al proyecto. Es el caso de Rosemary Ahtuangaruak, la alcaldesa de la ciudad de Nuiqsut, la más cercana al nuevo proyecto, a quien le preocupa la afectación sobre los caribús y el estilo de vida de subsistencia tradicional de la zona.
Sin embargo, otras voces apoyan el proyecto con base en las consecuencias monetarias que supondría para la región. Según la web de la petrolera ConocoPhillips, el proyecto Willow creará entre 8.000 y 17.000 millones de dólares en ingresos a través de los impuestos para el Gobierno federal, el estado de Alaska y los gobiernos locales de la zona.