El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, mandó un mensaje de tranquilidad a los estadounidenses al recalcar que el sistema bancario del país «es seguro», y aseguró que los clientes de los bancos Silicon Valley Bank (SVB, especializado en el sector tecnológico) y Signature Bank tendrán sus depósitos disponibles «cuando los necesiten».
Según el mandatario, el gobierno hará lo posible para que los ahorristas recuperen su dinero y, en cualquier caso, «los contribuyentes no se harán cargo de las pérdidas». «El dinero procederá de las cuotas que los bancos pagan por el seguro de depósitos», afirmó, durante una breve intervención ante los medios, un día después de que los órganos reguladores lanzaran un plan para proteger los depósitos del SVB (que colapsó) y del Signature Bank.
Tras garantizar que «en mi Administración nada ni nadie está por encima de la ley”, agregó que pedirá «al Congreso y a los reguladores bancarios que refuercen las reglas para los bancos, de modo que sea más improbable que se repita este tipo de quiebra bancaria». También aseguró que «la dirección de estos bancos será despedida”.
«Así funciona el capitalismo”
En su declaración, Biden adelantó que, tal y como habían apuntado los reguladores la víspera, los accionistas no estarán protegidos. «Si la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) se hace cargo del banco, las personas que lo administran ya no deberían trabajar allí. Los inversionistas no estarán protegidos. Se arriesgaron a sabiendas y cuando el riesgo falla los inversores pierden su dinero. Así es como funciona el capitalismo», dijo.
El presidente de Estados Unidos intenta con este mensaje reforzar la confianza de los inversionistas, el único baluarte contra un contagio a gran escala tras la quiebra del SVB. El banco, con sede en California, había anunciado el miércoles que iba a buscar una ampliación de capital para tratar de hacer frente a dificultades financieras que le habían llevado a deshacerse de inversiones por valor de unos 21.000 millones de dólares, con una pérdida de unos 1.800 millones.
Ese anuncio llevó a muchos clientes a retirar sus fondos, tras lo que los reguladores tuvieron que cerrar el banco el viernes por falta de liquidez. Posteriormente se hundió la cotización bursátil de la compañía, lo que a su vez afectó al sector bancario en Estados Unidos y otros países.