Emma Walker, la primera mujer al frente del whisky escocés más famoso del mundo

Johnnie Walker es reconocido mundialmente como la marca de whisky escocés más vendida y conocida. Sin embargo, muchos desconocen que, desde principios de 2022, la persona a cargo de esta prestigiosa casa con más de 200 años de historia es una mujer: Emma Walker. Emma, química de profesión, recibió la responsabilidad de convertirse en la maestra mezcladora jefe de Johnnie Walker, sucediendo a Jim Beveridge, creador del icónico Blue Label. Durante una visita a Colombia, Emma concedió una entrevista exclusiva a EL TIEMPO, donde compartió detalles fascinantes sobre su trabajo y la marca.

La quinta edición de la serie Johnnie Walker Blue Label Ghost and Rare Port Dundas fue presentada por Emma en su visita a Colombia. Este whisky combina barricas de tres «destilerías fantasmas», aquellas que ya no están en funcionamiento, y cinco expresiones de destilerías existentes. El resultado es un whisky aterciopelado pero vibrante, con notas cremosas y amaderadas, vainilla, manzana, melocotón, bayas y sutiles toques ahumados.

Emma Walker asume su papel como la primera maestra mezcladora en la historia de Johnnie Walker como un gran honor y una oportunidad de continuar el legado de Jim Beveridge. Aunque reconoce el peso de la historia y el patrimonio de la marca, también se inspira en el lema de Johnnie Walker, «Keep walking» (sigue caminando), que representa la idea de avanzar hacia el futuro mientras se mantiene la tradición.

El equilibrio entre la innovación y la tradición es fundamental para Emma y su equipo. Mientras continúan produciendo el clásico Black Label, también se permiten explorar nuevas propuestas y ediciones especiales. El objetivo es mantener la identidad de la marca mientras se cautiva tanto a los consumidores actuales como a los nuevos.

Emma Walker destaca que la química desempeña un papel fundamental en su trabajo, ya que le ayuda a comprender cómo se crean los sabores. Desde la maceración hasta la fermentación, la destilación y el envejecimiento en barricas, la química le permite comprender en detalle cada paso del proceso y cómo influir en los sabores y las notas del whisky. Para ella, es un equilibrio mágico entre arte y ciencia.

Crear un whisky implica un proceso colaborativo con su equipo de 12 personas. Comienzan definiendo el tipo de whisky que desean crear y para qué tipo de cliente. A partir de ahí, exploran diferentes combinaciones de maltas, granos, tipos de madera, etc. Aunque la primera «receta» puede ser exitosa, siguen probando variaciones para asegurarse de que están logrando el perfil deseado. Si bien el proceso puede ser desafiante, siempre hay espacio para mejorar y crear algo aún mejor.

Cuando se trata de crear mezclas excepcionales que no se ajustan al perfil inicialmente planeado, Emma y su equipo negocian con los demás involucrados en la cadena de producción. Si la respuesta es negativa, guardan el líquido y lo archivan detalladamente, ya que puede ser una carta para el futuro.

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