Muchas personas buscan mejorar su capacidad de concentración y en Internet se encuentran numerosos trucos, consejos y estrategias al respecto. Sin embargo, es importante abordar el tema con una mirada escéptica y respaldada por la ciencia. Veamos qué nos dicen los estudios sobre los mejores trucos, estrategias y hábitos para potenciar nuestra concentración, recordando que se trata de un proceso de experimentación personal.
En primer lugar, identificar el problema es fundamental. Nuestra capacidad de concentración puede verse afectada por diversos motivos, como la edad, el consumo de sustancias como fármacos o alcohol, el estado de salud general e incluso la sobreexposición a estímulos e información diaria, incluyendo ruidos ambientales. Evaluar nuestras capacidades y limitaciones puede ser de gran ayuda. Un truco propuesto por la neuropsicóloga Kim Willment, del Brigham and Women’s Hospital de Boston, es dedicar 30 minutos a una tarea sencilla, como la lectura, estableciendo alarmas cada cinco minutos.
Estas alarmas nos permiten evaluar nuestra atención: ¿estamos concentrados cuando suenan? ¿Nuestra mente ha comenzado a divagar? Si nos distraemos, es momento de retomar la concentración siendo conscientes de nuestra distracción.
Las prácticas de mindfulness y meditación también pueden contribuir a mejorar la concentración, según una revisión científica realizada en 2011 por investigadores de la Universidad de Bolonia. Tras analizar 23 estudios, concluyeron que estas prácticas, especialmente en sus etapas iniciales, pueden fortalecer nuestra capacidad de atención y, posiblemente, la memoria. Sin embargo, señalaron la necesidad de investigar más en este campo.
Muchas tácticas para mejorar la concentración se relacionan con nuestra capacidad para gestionar y evitar distracciones. En primer lugar, es importante evitar las distracciones. Si poner el teléfono en modo «no molestar» no es suficiente, podemos optar por apagarlo o alejarlo para tener que tomar una decisión consciente antes de usarlo.
Otra forma de gestionar las distracciones es dedicar tiempo exclusivo a una sola tarea, evitando el multitasking. Por ejemplo, limitar los momentos para revisar el correo electrónico en lugar de depender de las notificaciones constantes. Por último, los descansos son importantes. Una técnica de concentración conocida es la del «pomodoro», que consiste en dedicar 25 minutos de atención plena a una tarea y luego tomar un descanso de cinco minutos. Algunos adaptan esta técnica a ciclos más largos, como 50 minutos de trabajo y 10 de descanso.
La versatilidad puede ser útil, pero no siempre. Un estudio reciente mostró que los estudiantes que regulaban sus propias pausas tendían a tener sesiones de estudio y descansos más largos que aquellos a quienes se les indicaban ciclos fijos de 12 o 24 minutos. Sin embargo, los primeros también experimentaron mayor desgaste y cansancio que los segundos.
Otro consejo importante sobre las pausas es detenerse por completo. Si trabajamos en una computadora, levantarnos y dedicar el descanso a algo que no implique mirar la pantalla puede ser beneficioso.
El efecto de la música en la concentración es discutible. Mientras que algunos estudios indican que los sonidos naturales pueden ayudar, la música en sí misma podría dificultar la concentración, dependiendo del tipo de tarea que estemos realizando.
La cafeína, como estimulante, puede ser útil para mejorar la concentración. Sin embargo, es importante consumirla con moderación, considerando su impacto en los ciclos de sueño y la posible adaptación del cuerpo a su consumo.
Para mejorar la concentración, también es recomendable cambiar nuestros hábitos diarios. Dormir mejor es fundamental, ya que el sueño deficiente afecta nuestra concentración y nos hace propensos a perder el enfoque en el trabajo o las actividades. Hacer ejercicio regularmente puede ayudarnos a dormir mejor y mejorar nuestra capacidad de concentración.
La naturaleza también puede ser una aliada para «restablecer» nuestros cerebros, proporcionándonos descanso y favoreciendo una mayor concentración. Asimismo, una dieta saludable y equilibrada, que incluya los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del cerebro, es importante.
Mejorar nuestra concentración no solo tiene beneficios en términos de productividad laboral, sino que también nos permite disponer de más tiempo para dedicarlo a actividades que deseamos realizar. La preocupación por una posible disminución de nuestra capacidad de atención ha sido objeto de discusión en numerosas ocasiones.
Mantener nuestro cerebro activo es siempre una buena idea. Si la edad puede afectar nuestra capacidad de concentración, entrenar nuestro cerebro también puede ayudarnos a envejecer de manera más saludable y tener una mejor calidad de vida.