Investigadores del hospital universitario de Ámsterdam y de la Universidad Yale en New Haven han llevado a cabo un estudio que demuestra que el cerebro de las personas con obesidad reacciona de manera distinta al de las personas sanas después de ingerir alimentos. Los resultados, publicados en la revista Nature Metabolism, arrojan luz sobre la dificultad de perder peso y explican por qué es más fácil volver a ganarlo.
Según la investigación, la liberación de dopamina en el cerebro tras la ingesta de alimentos es menor en individuos con obesidad en comparación con aquellos sin sobrepeso. Esto se observó en el núcleo estriado, una región cerebral que regula la motivación por comer. La dopamina es un neurotransmisor relacionado con la sensación de gratificación, por lo que este descubrimiento sugiere que las personas con obesidad experimentan menos gratificación con una misma cantidad de alimento, lo que podría llevarlas a consumir más.
El estudio también reveló que múltiples regiones del cerebro se ven afectadas por la obesidad en respuesta a la ingesta de alimentos, incluyendo el córtex frontal, temporal, parietal y occipital, así como regiones más profundas. En todas estas áreas, se observó una respuesta menos intensa en personas con obesidad en comparación con aquellas sin sobrepeso.
Además, se descubrió que la pérdida del 10% del peso corporal en un período de doce semanas no es suficiente para que el cerebro de una persona previamente obesa vuelva a un estado similar al de una persona con peso ideal. A pesar de la pérdida de peso, el núcleo estriado continúa liberando poca dopamina después de comer y otras regiones del cerebro responden de manera menos intensa, lo que podría explicar por qué la mayoría de las personas recuperan peso después de haberlo perdido inicialmente.
Anteriormente, los estudios en ratones habían demostrado que las señales del aparato digestivo regulan las conductas relacionadas con la ingesta de alimentos en el cerebro. Sin embargo, faltaba evidencia en seres humanos para determinar si estos fenómenos también se dan en el cuerpo humano.
En esta nueva investigación participaron 30 personas con obesidad y 30 personas con peso ideal, de ambos sexos y con una edad promedio de 60 años. Los participantes fueron alimentados a través de una sonda nasogástrica, mientras se evaluaban las reacciones de su cerebro mediante técnicas de neuroimagen.
Los resultados revelaron la existencia de una comunicación entre el aparato digestivo y el cerebro que induce a las personas con obesidad a comer en exceso, independientemente del gusto por la comida. Es importante destacar que los participantes del estudio no experimentaron el placer de saborear, masticar e ingerir los alimentos.
Aunque los experimentos se centraron en infusiones de carbohidratos y lípidos, no se realizaron con proteínas, las cuales activan canales de comunicación más complejos entre el aparato digestivo y el cerebro en estudios con ratones.
Este estudio proporciona un paso clave en la comprensión de los mecanismos que regulan la ingesta de alimentos en personas con obesidad, y sugiere la necesidad de futuras investigaciones sobre cómo la señalización entre el intestino y el cerebro puede influir en el mantenimiento o recuperación de la pérdida de peso.